Es la segunda vez que voy al barrio, la primera vez me
impacto muchísimo más, y me costo adaptarme
y poner límites en algunos casos para que los juegos salgan más
organizados. Está vez me sentí mucho mejor, ya conocía algunos de los chicos y
eso me sirvió. Es muy lindo conectarse con lo que les pasa a otros, porque uno
sabe que la pobreza existe que en algún lugar está, pero estar con ellos en el
mismo lugar y compartir, es diferente, no es lo mismo que verlo en algún que
otro diario, estar ahí por un ratito intentar de la forma que se pueda en
incluir, en compartir la comida, el vaso
con jugo… Y jugar con ellos, preguntarles sus nombres, que te cuenten
cosas, que te hagan algún chiste, me gusta escucharlos y que te cuenten que
piensan ellos. Particularmente note que cuando se los quiere “retar” con chistes no funciona… si le hablas claro y
conciso en general te prestan mucha más
atención. Comparto una escena que vi el
otro día… eran dos chicos que se pecheaban, se confrontaban, y seguían
caminando y de repente se abrazan, con un par de palmaditas en la espalda, es
algo mínimo pero que me encanto.
Por Esmeralda Aragonés.









