FRENTES

¿Por qué en la Villa 20 de Lugano?



Nosotros venimos trabajando en la Villa 20 de Lugano hace ya unos cinco años. Empezamos
ofreciendo apoyo escolar, pero a medida que fuimos comprendiendo la cotidianeidad del barrio, con sus problemáticas propias y su dinámica particular, comenzamos a realizar también otras actividades, desde lo recreativo (talleres de arte, talleres de juegos, torneos deportivos, clases de ajedrez, etc.) hasta actividades orientadas a la promoción y la prevención en el área de salud. Lo que impulsó este último aspecto fue el hecho de tomar conocimiento de un problema muy puntual y perjudicial en la Villa 20.

Un “cementerio de autos”, perteneciente a la policía federal, contiene un enorme área de vehículos abandonados, totalmente derruidos y en constante deterioro y oxidación. Las toneladas de chatarra que yacen allí, produjeron altos niveles de contaminación a la tierra, debido al plomo y otros tóxicos del metal degradado y las baterías en continua descomposición. Las viviendas que se fueron construyendo alrededor de este predio, estuvieron enseguida expuestas a la contaminación, con sus consecuentes peligros. Dado que el plomo llegó incluso a las fuentes de agua, las repercusiones en la salud de los habitantes cercanos son preocupantes, y van desde el nacimiento de niños prematuramente, hasta niveles elevados de plomo en sangre con todas las consecuencias que esto genera. Para peor, el cementerio de autos es la madriguera ideal para todo tipo de plagas, y su existencia exacerba la proliferación de ratas, cucarachas, y otros transmisores de enfermedades.

En el 2009 tomamos contacto con la familia de Jonathan “Kiki” Lezcano, un caso de gatillo fácil de la villa, y juntos con ellos empezamos a exigir justicia y a construir nuestro local, La Casita del Kiki Lezcano, donde hoy en día desarrollamos nuestras actividades (ver apartados “La Casita de Kiki Lezcano”, “Apoyo escolar”, “Taller de Arte” y “Universidad en los Barrios”).

Además del abuso de autoridad por parte de la policía y la cuestión del gatillo fácil siempre como posibilidad acechando a la vuelta de la esquina, una de las problemáticas que golpea más fuertemente, es la de la adicción al PACO (pasta base de cocaína), que hoy en día está llegando a edades cada vez menores. El Estado no se hace cargo de esto. No brinda espacios de internación gratuita y terapéutica para el adicto, así como tampoco brinda ningún tipo de contención a la familia involucrada. Mientras la red de la adicción se extiende, por acción (de parte de la policía) y por omisión (por parte del sistema de salud y las legislaciones correspondientes), los pibes son chupados por esa porquería.

Requiere una solución integral. Por nuestra parte, comenzamos a realizar charlas informativas sobre este tema con las mismas familias del barrio: sobre qué es lo que le pasa al consumidor; qué es lo que conviene hacer frente a dicha situación, etc. Esto está sirviendo no sólo por la información en sí, si no incluso a modo de contención para aquellas familias destrozadas por este asunto.

Dentro de la medida de lo posible, en los casos más extremos de adicción nos ponemos en movimiento para conseguir un centro o lugar particular que los asista. Estas charlas-taller las hicimos también con otras agrupaciones, incluso en otros barrios, para ver como se va desarrollando el problema en cada lugar, y ver de qué manera nos podemos ayudar entre nosotros. Después de 5 años seguimos apostando al trabajo en un barrio, concientes de que es un camino arduo y difícil, en muchos momentos muy empinado cuesta arriba y para peor, con los obstáculos que van surgiendo, consecuencias mismas del sistema y la situación actual. Sabemos que los frutos no se verán a corto plazo, pero reafirmamos también, en cada paso, la obstinación de caminar y seguir caminando, endureciéndonos sin perder la ternura.