FRENTES

Santiago Maximo, el negro Aviles. Para siempre en nuestros corazones.


El 19 de Julio tuvimos el inmenso dolor de despedir físicamente a un compañero de una talla inconmensurable. Santiago Máximo Avilés, o como lo llamamos siempre los que estuvimos cerca, el Negro, se fue para eternizarse en nuestra lucha, en la lucha de todo aquél o aquella que luche para transformar la sociedad. Se paró a nuestra izquierda para siempre, y desde allí nos empuja y nos acompaña hasta la victoria. Para quien no lo conociera, queremos describir brevemente al Negro.


El Negro fue la pedagogía del ejemplo de principio a fin. Fue la coherencia hecha persona. Tenía una praxis intachable. Su formación teórica y su versatilidad en un sinfín de conocimientos y áreas, eran enormes y dignas de admiración. Su práctica cotidiana lo llenaba de barro en los pies, de cemento en las manos. Nunca por su inmensa capacidad de lectura, análisis y proyección política ni por su instrucción académica o teórica, se creyó más que otro compañero o compañera, ni consideró que había trabajos para los cual el “no estaba”. Se arremangó siempre para los laburos más sacrificados, tanto en lo físico como en lo político. Quienes lo conocieron no nos dejan mentir: el compromiso que Santi llevó a todos lados de su vida, en todas sus militancias (en plural), dejó una marca en más lugares de los que hoy en día podemos contar. Muchos dirían que ya era un cuadro, y no estarían equivocados, ya que era un cuadro real para el aquí y el ahora. Pero él (y hablaba con la voz de toda la organización), cuando se refería al cuadro al que debemos aspirar, decía que uno debe pasar un tiempo considerable probándose y formándose en la militancia, hablamos de muchos años. Y él sólo tenía 25 años. 


Esto, no era en absoluto una limitación. A ese cuadro iba a llegar seguro. Al momento, su edad funcionó para enfatizar el mérito de llegar a tamaña altura militante en tan poco tiempo de vida política y material. Pero por sobre todas las cosas, sus compañeros queremos poner en primerísimo plano, la humildad de nuestro Negrito. Era un referente para todos y todas, con perfil bajo, yendo al frente siempre, poniéndole el pecho a todo, encarando cada actividad con una garra increíble, y jamás creyéndosela. Fue su humildad, sobre todo, lo que lo hizo tan grande. Es por todo esto que quisiéramos, para esta oportunidad, retomar un término que no solemos usar: el Negro fue un revolucionario. 

Nuestra resistencia a usar este calificativo, es que el mal uso que se le ha dado a lo largo de la historia
resultó en la devaluación y el ultraje exasperante del término. Pero Santiago Máximo Avilés cumplía con los requisitos de los revolucionarios más icónicos. O para usar sus propias palabras, al Negro le sobraba corazón para sentir la injusticia, cabeza para entender y concebir la lucha, y huevos para salir a afrontarla. Por eso, hoy decimos: "Ha muerto un revolucionario, ¡Viva la Revolución!" 

 Sabemos que como él hay muchos militantes, cosa que celebramos y nos genera expectativas de conocer. Pero lamentablemente también sabemos que no hay tantos como necesitaríamos. Nuestro objetivo, el combustible que mueve nuestro motor (más aún a partir de ahora) es el de multiplicar al Negro. Eternizarlo en nuestras luchas. Que se reconozca su legado. En cada lugar donde alguien se levante contra la injusticia, Santi reirá con su risa contagiosa, y nos contagiará de ganas de seguir soñando. Ya sea en nuestro suelo o en cualquier lugar de Nuestramérica, ya que creemos, como él lo hacía, que la liberación tiene que ser en clave regional, con nuestros pueblos hermanados, o el camino será aún más empinado. 


Por nuestra parte buscaremos que cada vez en más lugares exista gente que se levante contra esa injusticia, y que se organice para enfrentarla. No importa que sea en nuestra organización o en otra, que tenga el mismo objetivo y su militancia sea honesta y comprometida. El Negro nos enseñó a terminar con los sectarismos, pues nuestra lucha es de por sí difícil, pero imposible si no nos unimos. Y para eso, lejos de aflojar o bajar los brazos, redoblaremos nuestros esfuerzos. Aquellos que acercaron sus abrazos o palabras en estos días, pueden quedarse tranquilos de una cosa: AQUÍ NO SE RINDE NADIE.